Bannan

"...Ósea que, si es mi sueño ¿Puedo hacer lo que yo quiera cierto?..." El sueño puede ser el reflejo de los fantasmas de la vida. El espacio de representación puede no ser importante para el actor, y estaríamos errando, porque es ahí dónde ocurre el gesto creador del intérprete. Antes de un año de pandemia y de un proceso interrumpido dónde se replantea el sentido de la existencia; el teatro puede ser un cuestionador esencial para el alma, aunque no vuelva a ser el mismo después del COVID- 19 y un gesto teatral pueda suceder en el departamento de un actor que necesita mantener su oficio, su práctica, sus días, su economía, porque no puede tener temporadas largas en espacios municipales, ni públicos masivos en espacios convencionales.

Un artista abre las puertas de su sueño lúcido y lo atraviesa en un espacio cotidiano. Diferentes espectadores son complices con su tragedia; la de soñar apasionadamente. En un encuentro con la memoria, su familia, el otro, él mismo, cuestiona el sentido fundamental sobre el oficio del "arte". Piensa con diferentes voces sobre las bases de una construcción social occidental; la política, la filosofía y el teatro.

Uno no se traslada al teatro, el teatro interviene el cotidiano de un espacio y lo transita. Hace una revisión de su vida, de sus sueños; Lo que hizo, lo que no alcanzó a hacer, lo que hará cuando despierte, si despierta.

El juego, la interactividad con la escena, el espectador que transforman con activa libertad; Son bases para la construcción de una inmediata dramaturgia en la escena.

No será exageración cuando el actor le pague al espectador; Total, nada es lógico en los sueños.